Cuando tienes a un reptil por primera vez tu primera duda es ¿cómo domesticar a una iguana? En este artículo descubrirás que los reptiles no son tan sociables por naturaleza, como lo son los perros, los gatos o los pequeños roedores. Ellos no tienen demasiado interés en interactuar con los humanos, a los que por lo general temen.
Aun así, con mucha paciencia y perseverancia puedes lograr domesticar a tu iguana para que llegue a disfrutar de tu presencia y que se ponga feliz de verte.
Antes de domesticar a una iguana
Debes asegurarte de un buen terrario con buenas condiciones, temperatura, humedad e iluminación necesarias para cuando vayas a domesticar a una iguana se desarrolle con vitalidad.
Si alguno de estos factores no está como debe, lo más probable es que ella se aletargue, pierda el apetito y se enferme, lo que haría inútil cualquier consejo sobre domesticación. Estudia también todo lo referente a alimentación de la iguana para que no le falte nada y pueda crecer llena de salud.
Debemos escoger una iguana muy sana, con un color verde penetrante, activa, alerta y con buen apetito. Ella debe mostrar alguna reacción cuando te acercas, como mirarte, levantarse, exponer el pliegue de piel bajo su garganta. Una iguana recién adquirida que no responde de ninguna manera, está enferma, muy estresada o deprimida con toda seguridad.
Cuando ya tengas en buenas condiciones el terrario puedes empezar a domesticar a una iguana. Mientras más pequeña sea este animal, mejor ya que es más fácil domesticarla de edad corta.
¿Cómo domesticar a una iguana?
Las iguanas por lo general extienden el pliegue bajo el mentón al verte; esta es una actitud de defensa o de agresión. Si están enfadadas suelen mover su cabeza en un vaivén, abrir la boca y agitar su cola.
Si solo extiende el pliegue, entonces puedes intentar tocarla. Es mejor que no la levantes al principio, en cambio pon tu mano a su altura dentro del terrario en un rincón alejado y luego acércala en un movimiento horizontal. Mientras tanto háblale con voz calmada y suave. Si te deja, puedes acariciar su cabeza o también ofrecerle una hoja tierna que le guste, como un diente de león.
No debes acercar tu mano desde arriba, nunca lo hagas, pues así atacan algunos predadores y se asustan mucho. Repite este procedimiento por unos días o semanas, según la reacción de tu iguana. Cuando se dé cuenta de que no intentas dañarla y ya no se asuste, pueden levantarla con cuidado. Luego levántala un ratito todos los días para domesticarla.
Consejos
Es importante que vayas con tranquilidad y firmeza. Si ella logra asustarte con sus demostraciones, aprenderá rápidamente lo que debe hacer para disuadirte y lo hará cada vez con mayor intensidad hasta volverse agresiva.
Si se te escapa, no la tomes de la cola, pues podría perderla. Procura levantarla en un ambiente cerrado, seguro y sin escondrijos donde luego no puedas sacarla. Así si queda suelta no tendrás problema en tomarla de nuevo con suavidad.
Puede llevarle bastante tiempo hasta darse cuenta que tus intenciones son buenas y no la lastimarás. Para domesticar a una iguana debes tener mucha paciencia y seguir intentando todos los días. Ya verás que cuando lo logres te será mucho más fácil levantarla y acariciarla. Siempre háblale suavemente, no grites. Las iguanas pueden aprender algunas palabras, como “no” o “mal”, sobre todo si las dices en otro tono de voz. También reconocen nuestro lenguaje corporal, de modo que puedes hacer signos visuales mientras hablas.
Si te muerde tu iguana pequeña, no retires tu dedo de un tirón porque los dientes son muy filosos y te puede hacer un corte. Mejor espera a que abra la boca para poner tu dedo a salvo. Luego lava y desinfecta muy bien la zona. Una iguana adulta, en cambio, sí puede hacerte daño; por eso es tan importante domesticar a tu iguana desde temprano.